Las reservas en dólares de un país contribuyen a la estabilidad monetaria, financiera y cambiaria. Cumplen diferentes funciones, entre ellas cobertura ante fenómenos desequilibrantes a través de mecanismos de compensación en la balanza de pagos, respaldar la moneda nacional y garantizar los depósitos de todos los ahorristas del sistema financiero.
Una buena política de administración de reservas permite compensar desequilibrios en la balanza comercial y en el déficit fiscal. La base y la circulación monetarias inciden directamente en el comportamiento de las reservas, dado que gran parte de esas reservas fueron compradas con emisión monetaria (el ejemplo más representativo de hoy es favorecer las economías regionales con un tipo de cambio más alto, a cambio de mayor emisión para absorber pesos excedentes). También sirven para que un país pueda intervenir en el mercado de cambios cuando las condiciones de oferta y demanda intentan generar shocks devaluatorios con impacto inflacionario.
Analicemos previamente como se compone el saldo en dólares de un banco central. Los ingresos se componen por exportaciones, turismo del exterior, préstamos externos y compra de divisas en el mercado único y libre de cambios. Los egresos se componen por importaciones, turismo hacia el exterior, pagos de préstamos y venta de divisas.
Cada vez que un banco central compra USD para aumentar sus reservas, debe hacerlo emitiendo pesos, situación que como regulador monetario lo habilita a decidir si absorbe pesos emitidos mediante la emisión de deuda (LELIQ’s) o dejarlos en el mercado y elevar la base monetaria. Para absorber los pesos inyectados y evitar que ese exceso de dinero se vaya a mayor consumo y por ende mayor inflación el banco central recurre a la emisión de deuda pública los que implican que esa deuda debe afrontarse en el futuro. En este ‘juego monetario’, el banco central debe tener la suficiente cantidad de reservas para respaldar los pasivos contraídos y también para evitar turbulencias cambiarias.
El problema de fondo hoy es que el banco central argentino no tiene reservas de libre disponibilidad. Por ende, un gobierno debe pensar en diferentes “estrategias” para recuperar un nivel de reservas mínimo e indispensable para que la economía funcione. Vamos a ver cuáles podrían ser esas estrategias para cumplir un doble propósito, robustecer los dólares y bajar la inflación:
Dólar Agro y Dólar Carne: favorecer al campo argentino y las economías regionales, sobre todo las más impactadas por la sequía es una buena estrategia temporal para acumular reservas en épocas del año donde hay fuerte liquidación de divisas (soja). Un dólar a $300 contribuye muchísimo, aunque no es la solución de fondo, dado que, si bien se van a recaudar cerca de u$s 8000 millones, la amenaza sobre el impacto inflacionario es altísima. Lo que falta claramente aquí, es lanzar un dólar carne, dado que las exportaciones de carne a China y Europa superan ampliamente la liquidación de cereales y dura todo el año, no solamente dos o tres meses.
Si se favorece a las cerealeras, debería favorecerse a la industria cárnica que genera mucho empleo en el país sobre todo a través de los mataderos y frigoríficos.
Recompra de bonos en dólares: pesificar deuda en dólares bajo ley extranjera de organismos públicos es un armar que dispone el gobierno cuando realmente necesita dólares. La ANSES es una gran tenedora de deuda soberana e impulsar la venta de esos bonos a mercado, si bien impacta en el riesgo país, contribuye considerablemente a engrosar las reservas. Absorber bonos globales, bajar la deuda argentina en el exterior achica la emisión dado que le da mayor liquidez al mercado de los dólares financieros. Como contrapartida, crece el pasivo del banco central pero esa deuda en pesos podría ser vendida a privados a precios bajos.
Flujo de inversiones extranjeras en infraestructura: ser un país económicamente transparente y previsible, donde no existan restricciones cambiarias ni innumerables cantidad de tipos de cambio, contribuye a la confianza y a la baja del riesgo país. Hubo mucha fuga de capitales a través del dólar CCL, y para repatriarlos toca generar mayor confianza en los inversores extranjeros. Una de las maneras de hacerlo, es a través de inversiones en fabricar tecnología en el país, potenciar las energías renovables y exploración de petróleo. Para ello las retribuciones deben ser atractivas y con sustentabilidad corporativa.
Exportación de Servicios: el talento argentino exportable es uno de los activos intangibles con los que cuenta un país y debería ser mejor aprovechado. Por ejemplo, los consultores financieros, los programadores y asesores en comercio internacional, son muy bien remunerados en el exterior. Hoy a través de la tecnología, se puede exportar todo ese know-how y recibir los dólares en el país. Un argentino puede recibir hasta u$s 12.000 por año por exportación de servicios. Si multiplicáramos eso por ejemplo por apenas 1000 profesionales talentosos, estaríamos generando un ingreso de divisas al país por u$s 12 millones en el año. Hay un potencial enorme, el desafío pasa por darles un tipo de cambio atractivo.
Operatoria de Títulos para favorecer plataformas de inversiones digitales: fomentar la operatoria del dólar CCL para inversionistas extranjeros o argentinos radicados en el exterior, sin ningún tipo de restricciones, favorecería por ejemplo el ingreso y egreso de dólares a diferentes plataformas de inversiones digitales que hoy existen. Por ejemplo, invertir a través de plataformas digitales en el campo argentino y en el negocio exportador de carne y cereales, por medio de los títulos valores contribuiría considerablemente. La cuestión nuevamente pasa por la garantía que tiene el inversor extranjero de que cuando su inversión se venza y necesite retirar los dólares pueda hacerlo por la misma vía (títulos valores) y sin restricción alguna.
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